El Start Stop es un sistema diseñado para que al detener el coche y dejar el motor en ralentí, por ejemplo en un semáforo rojo o en un atasco, la función apague automáticamente el propulsor. La idea es apagar el motor cada vez que el coche vaya a estar detenido unos minutos con el fin de evitar que la vida útil del motor de arranque disminuya con tantos encendidos y apagados, y por lo tanto, se avería antes.
Aunque esto es simplificar demasiado el funcionamiento de un sistema, lo cierto es que es la base sobre la que se apoya el sistema Start Stop (inventado por Bosch) y que a posteriori otras muchas marcas de componentes han desarrollado. La finalidad de esta tecnología es disminuir tanto el consumo de combustible como las emisiones de CO2.
El sistema Start Stop está encendido por defecto. Desactivarlo es tan simple como pulsar un botón
El Start Stop y sus primos hermanos funcionan más o menos igual: cuando el vehículo se pone en punto muerto, el motor se apaga, queda en ‘stand by’, con lo que deja de consumir combustible. En cuanto el conductor pisa el embrague para engranar la marcha, el sistema vuelve a arrancar el motor. La pregunta es inmediata: ¿realmente ahorra el sistema Start Stop? ¿O gasta más por el hecho de tener que volver a arrancar? A continuación AUTO BILD quiso comprobarlo.
Tres coches, un mismo circuito urbano
La forma de hacerlo era sencilla: se establece un circuito urbano y se recorre una vez con el sistema encendido, y otra apagado, y se comprueba el consumo en cada uno.
Para comprobarlo, se escogieron tres modelos pertenecientes a distintos segmentos: un Land Rover Freelander 2 td4_e 2.2 se Stop Start, un Mazda3 Luxury 2.0 DISI 151 CV i-Stop y un Toyota iQ 1.33 Stop Start. El circuito tiene un total de 53,3 kilómetros, la mayoría de ellos por ciudad (menos 2,3 kilómetros que transcurren por la autopista M-40).
No se trata de una prueba de miniconsumo, con lo que, durante la conducción, se puede llevar el climatizador encendido, la radio… eso sí, las condiciones deben ser las mismas todo el tiempo; así que si se lleva el climatizador a 22 grados, así debe ser durante los dos recorridos.
El Práctico para comprobar si el sistema Start Stop funciona realmente, estaba planteado. Ya sólo quedaba ponerlo en marcha.
Llega el día
La prueba empezaba a las 10 de la mañana. La idea no era no madrugar, sino evitar los atascos propios de la hora punta que desvirtuarían los resultados finales. El recorrido fue, en su mayoría, urbano. Se partía de la calle Santiago de Compostela (Madrid), y durante sus 53,3 km de distancia se anotó el consumo medio en siete puntos: Arturo Soria, Alcalá, O’Donnell, Paseo de la Castellana, Valle de Mena, Montecarmelo y Herrera Oria. El inicio y el fin fueron una gasolinera.
La ruta cumplía con todos los requisitos necesarios para comprobar el Start Stop: semáforos por doquier, stops, pasos de peatones… A pesar de habernos librado del típico lío matinal, la vida de una urbe a esas horas tampoco es, lo que se dice, tranquila: furgonetas de reparto, taxis, gente que va a hacer la compra… El ordenador de viaje marcaba un consumo alto, si bien a medida que íbamos avanzando, éste descendía -sobre todo durante los dos kilómetros y pico que hicimos por autopista-.
Los pasos de cebra, aparte de ser un requisito necesario para comprobar el Start Stop, son una constante en las ciudades.
Esta tendencia al descenso se invirtió al salir de la carretera y entrar de nuevo a las calles de la ciudad. Quienes vivan en la inacabada capital madrileña sabrán que la ecuación obras + coches = atasco puede ser investida de axioma. Y O’Donnell es una prueba empírica.
La fila de coches era infinita, y entre parada y parada, el consumo volvía a dispararse. Superada la zona de O’Donnell, y aunque el atasco se disipó levemente, el tráfico era más denso que al inicio de la ruta. A excepción de la zona de Montecarmelo, las calles estaban bastante llenas de vehículos, lo que hacía que los sistemas de apagado y encendido del motor se activasen continuamente.
Terminada la primera vuelta al circuito, y tras la consiguiente parada en la gasolinera y llenado de los depósitos, llegaba la segunda parte de la prueba.
El veredicto final
Al arrancar el motor, los tres conductores desconectamos el sistema (se vuelve a activar automáticamente el Start Stop cada vez que se apaga el vehículo).
Las 12 del mediodía, y el tráfico no era muy distinto al que nos encontramos a las 10 de la mañana. Coches parados en semáforos, señales de Stop, peatones, atascos, atascos y más atascos… Dos horas más tarde, llegamos de nuevo al punto de partida, la estación de servicio.
¿Habremos ahorrado realmente con este sistema Start Stop?
Si la práctica se corresponde con la teoría, la respuesta debería ser sí. “Según el Ciclo Europeo de Conducción (NEFZ), el ahorro medio de combustible con este sistema es del 5%; si bien dentro de cada vehículo se puede llegar hasta a un 8%. Según este ciclo, en trayectos de unos 7 km se van a producir 12 paradas de más de 15 segundos de duración. El 5% de ahorro es el medio; en un vehículo grande, como un todoterreno, el ahorro será mayor. Si realizamos una conducción exclusiva por ciudad, el ahorro también es mayor. Aquí estaría entre un 8% a un 15%, dependiendo del vehículo”, explica Lorenzo Jiménez, jefe de Marketing de Ventas de Equipo Original de Bosch.
Según este Práctico, efectivamente, se ahorra. Tanto por los datos que arrojan los distintos ordenadores de viaje como por los litros de combustible que hemos rellenado en los coches, en los tres vehículos el consumo es inferior si se lleva el sistema Start Stop encendido.
Así funciona el sistema Start Stop de Bosch
Comunicación (color verde)
Alimentación eléctrica 12 V (color amarillo)
Start Stop
(2) Convertidor de corriente 12 V
(3) Sensor electrónico de batería
(4) Motor de arranque Start Stop
(5) Sensor de punto muerto
(6) Sensor de velocidad de giro de rueda
(7) Sensor del cigüeñal
(8) Alterador de alta eficiencia con recuperación de la energía de frenado
El sistema Start Stop funciona gracias a: un motor de arranque específico y mejorado, diseñado para alargar su vida útil; un alternador específico que ofrece un 77% más de eficiencia y que produce unas mayores cargas de la batería a bajas velocidades del vehículo; una centralita electrónica que gestiona el sistema; una batería de mayor capacidad que la batería convencional; y una serie de sensores (en la batería, que controla el estado de carga de la misma; otro en el cigüeñal, para saber la velocidad del vehículo; y otros en los pedales que informa sobre lo que quiere hacer el conductor).
En el momento en que el conductor pone punto muerto y levanta el pie del embrague, los distintos sensores mandan información a la centralita, que se prepara para la parada. Para que esto suceda, han de darse una serie de circunstancias: el vehículo tiene que estar totalmente detenido o circulando a una velocidad inferior a 3 km/h; ha de estar en punto muerto; el sensor de la batería ha de determinar si ésta tiene suficiente energía para volver a arrancar; la dirección no puede estar girada; de ser así, podría ser una maniobra de aparcamiento. Si se dan estas circunstancias, el sistema detiene el motor.
Plan de ahorro del sistema Start Stop con los tres modelos pertenecientes a distintos segmentos:
Cálculos efectuados considerando que en un día se recorren los 53,3 kilómetros realizados en esta prueba; los datos variarían en función del uso. ** En rojo, los datos obtenidos con el sistema Start Stop activado.
En la imagen, uno de los sensores que ayudan a que funcione el sistema Start Stop
Conclusión
La efectividad del Start Stop ha quedado demostrada. La mayoría de las marcas que lo tienen lo ofrece de serie, con lo que es difícil calcular cuándo se amortizaría su precio de tratarse de una opción. Lo que sí es cierto es que suelen venir en versiones especiales, incluso en paquetes que buscan una conducción más eficiente y eco (aplíquese el lexema ‘-lógica’ y ‘-nómica’). Si la diferencia no es muy grande, y se va a rodar mucho por ciudad, no lo dudes: esta tecnología, a la larga, se nota en el bolsillo.
Fuente: www.autobild.es