Ayer Rafa Nadal venció la final del Masters 1000 de Roma, conquistando un nuevo título en tierra batida y demostrando una vez más que es el mejor jugador de la historia sobre esta superficie. La victima, en esta ocasión, fue el suizo Roger Federer, que sólo pudo ser espectador de la arrolladora «maquinaria» tenística de Nadal, que sentenció la final por 6-1 y 6-3 en poco más de una hora de juego.
Si bien es cierto que actualmente se encuentran en puntos muy distintos de sus carreras, ayer la diferencia era abismal, casi mas propia de un enfrentamiento entre un profesional y un amateur. Por todos es sabido que el suizo se encuentra en la recta final de su carrera, más volcado en su familia y dejando el tenis en un «segundo plano», y ayer Rafa Nadal lo dejó patente sobre la pista. Comenzó ganando el suizo su primer saque, como solía ser habitual en el número 2 del mundo, pero a partir de ahí, es español consiguió un parcial de 11-1, con lo que el marcador se puso en 6-1 y 5-1. Curiosamente fue en este momento cuando Federer comenzó a soltar los golpes que le han llevado a convertirse en el mejor tenista de la historia, pero ya era demasiado tarde y Nadal tenía el título bien amarrado. Consiguió Federer ponerse 5-3, pero Nadal no falló con su saque y finiquitó el encuentro.
Nadal llegará a Roland Garros tras haberse impuesto en 7 de 9 finales jugadas este año y entrará dentro de los 4 cabezas de grupo del torneo, tras desbancar ayer a David Ferrer del número 4 del ranking.