El tenista español Nicolás Almagro consiguió salvar los dos puntos de partido para remontar con mucho sufrimiento el encuentro ante el ruso Igor Andreev y de esta forma prolongar su participación en el Abierto de Australia pasando a la tercera ronda.
El de Murcia en un durísimo partido que dominó el ruso fue capaz de dar la vuelta al marcador imponiéndose por 7-5, 2-6, 4-6, 7-6(10) y 7-5 pasando a la tercera ronda del primer Grand Slam de la temporada. Su próximo rival es el croata Ivan Ljubicic, que viene de ganar al francés Benoit Paire (6-3, 6-7(2), 6-4 y 7-6(5)) igualando su mejor registro en el Melbourne Park el año pasado donde llegó hasta octavos.
Almagro tuvo durante todo el partido un as escondido en la manga en los momentos más difíciles y que supo utilizar para salir victorioso. En el último set, el ruso seguía con fuerzas a pesar de perder el cuarto parcial y así se adelantó en el quinto (4-2). Cada paso adelante del ruso hacía reaccionar al murciano, físicamente muy superior, que se sostuvo en el choque hasta el final y consiguiendo un triunfo ante un jugador con el que había perdido en cuatro de las seis ocasiones en las que habían coincidido.
Una vez finalizado del partido Almagro destacó el esfuerzo que había realizado. «Todo suma. Sabia que iba a ser una batalla durísima. He demostrado estar bien físicamente. Son partidos que se ganan por sufrimiento, no por tenis», comentaba el jugador español.
«Sabía que tarde o temprano tendría mi oportunidad. Él estaba tocado y así fue. Físicamente no estaba muy bien hace dos días. Ha sido demostrarme que he trabajado muy bien. En el quinto set le miraba por encima de la red y veía que no estaba bien. Eso me ha dado fuerza», también se refirió a su próximo rival en tercera ronda, el croata Ivan Ljubicic.
El español tuvo que reclamar varias jugadas muy dudosas al juez del partido comentando que: «En un Grand Slam los líneas y árbitros son profesionales y todo eso pero en los torneos del circuito sí que echamos de menos el ojo de halcón. A mí me gustaría que hubiera siempre. Aunque me cabrearía igual o más. Porque aparte de fallar te quitan una posibilidad de reclamar»