Mundial 2018: Más trascendente por la corrupción que por el fútbol

Todavía no hemos asimilado la victoria del Mundial de Sudáfrica 2010, aún no nos hemos enfocado demasiado en el Mundial de Brasil 2014, pero el Mundial 2018 ya ha dado más de qué hablar. Y es que ahora salió a la luz, según una investigación realizada por el medio de prensa «Sunday Times» que algunos altos cargos de la FIFA estarían dispuestos a vender su voto, para la elección el país anfitrión de la cita mundialista 2018.

Por su parte, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, ha señalado que el artículo publicado por dicho diario «…ha creado un impacto negativo en la FIFA y en el proceso de las candidaturas que aspiran a organizar los Mundiales 2018 y 2022…».

Es así que el máximo directivo del organismo internacional anunció que se iniciará una investigación a fondo y estará a cargo del Comité de Ética, en conjunto con la secretaría general de FIFA. «…FIFA ya ha solicitado toda la información y los documentos relacionados con esta materia y está a la espera de recibir todo el material. Una vez recibido este análisis FIFA estará capacitada para decidir los siguientes pasos a seguir. Mientras tanto, FIFA no se encuentra en posición de añadir más datos sobre esta materia…», detalla Blatter en una carta.

Sin duda, la acusación del «Sunday Times» es muy grave y debe apoyarse en datos que corroboren su sentencia. Por algo Blatter inició las investigaciones, ante la denuncia de que ciertos miembros de los cargos más altos de la Federación estuviesen dispuestos a ofrecer su voto a cambio de sobornos, desde los países aspirantes a ser sedes del Mundial a llevarse a cabo en 2018.

El periódico británico ha publicado vídeos e imágenes que serían parte de la evidencia que tienen para poner en pie sus acusaciones. En ellas, se ve a algunos directivos aceptando dinero a cambio de «favores» concretos. La ‘emboscada’ consistió en que periodistas se hichieron pasar por empresarios que querían apoyar la candidatura de Estados Unidos, poniendo énfasis en que estaban trabajando por fuera de la campaña oficial estadounidense.

Entonces, al buscar negociar, se dieron cuenta de que varios altos cargos estaban dispuestos a vender su voto, y otros que se prestaron para hacer de intermediarios. Pero todo favor tiene su precio, y las cifras a las que accedían los directivos, en algunos casos rondaba los doce millones de dólares.

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