Al final sucedió lo que tenía que pasar. El Zaragoza comenzó fuerte en el Santiago Bernabeu, con una actitud inédita durante toda la temporada, y Lafita adelantó al conjunto maño empujando el esférico desde el área pequeña.
El coliseo blanco ni se inmutó porque ya está acostumbrado a los pequeños sobresaltos en su estadio que se saldan siempre con una poderosa tormenta de fútbol y goles como venganza. Esta temporada el Real Madrid lleva ya 10 encuentros sin dejar a cero el casillero visitante en el Bernabeu.
Kaká respondió antes del descanso en un mano a mano que sobrellevó con la serenidad de estrella mundial. 67 millones tuvieron la culpa hace casi tres años y hasta el momento lo único que ha dejado han sido mínimos detalles de calidad. Tras la reanudación, el Madrid jugó con el ánimo de dejar terminada la faena cuanto antes. Ronaldo a los tres minutos en una posición al límite del fuera de juego y Ozil en el 56, tras una gran jugada de todo el equipo, sentenciaron el partido.
Manolo Jiménez salió satisfecho y seguro de que con está actitud conseguirán la salvación. Para mí esa utopía todavía es una meta demasiado lejana como para plantearla con desparpajo en una rueda de prensa. El Real Zaragoza tiene un grave problema.
Diego Celma
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