Carlos B, un aficionado zaragocista asumía ayer la próxima temporada en segunda división del equipo zaragocista, con estas palabras: “ya se tenía claro a principio de temporada porque el equipo no pintaba nada bien; un club ahogado en deudas, con un presidente odiado y con unos fichajes totalmente desconocidos”. “Celebré mucho el gol de Postiga, no faltaba ya nada para el final pero luego, lo de siempre, otro día más de desilusión” añadía Sergio T. tras abandonar el estadio de la Romareda.
Esos ánimos tenía ayer la hinchada blanquilla que recibió un duro golpe en los últimos minutos del encuentro. Es duro que te marquen un gol en tu estadio cuando faltan dos minutos para el pitido final, pero duele tres veces que haya venido precedido de un gol local tan solo 2 minutos antes. Parece que tienes la miel en los labios, pero eran solo un espejismo.
Helder Postiga desató ayer la locura en el 86, pero la tristeza sobrevoló Zaragoza en el 88. Los maños no aprenden y se siguen ilusionando con una cuadrilla a la que no le importan en absoluto los colores, la historia y el escudo de este equipo. No merece la pena.
Diego Celma
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