El Camp Nou era el escenario perfecto para la gran final de la Champions League 1998 – 1999. El Bayern de Munich tuvo el encuentro muy de cara desde el comienzo del encuentro porque en el minuto 6, Mario Basler marcó el tanto que les ponía por delante en el marcador.
Ese resultado se mantuvo intacto hasta el descanso y tras la reanudación los 45 minutos siguientes…pero en el descuento, el bufón del fútbol se animó, decidió intervenir y convirtió ese tiempo añadido en un drama alemán que Franz Beckenbauer jamás se quitará de la cabeza.
En el minuto 91, Sheringam empató el partido. El conjunto bávaro no podía creerse la mala suerte que habían tenido después de haber estado dominando todo el partido y de haber aguantado 85 minutos por encima en el marcador. Pero lo verdaderamente cruel llegó en elo 93, cuando Soljskaer, con bastante fortuna remató un mal chut de su compañero y se desató la locura entre las filas ingleses.
Los hombres del Bayern se quedaron tumbados en el césped tras el pitido final, llorando desconsoladamente y sin llegar a comprender qué había sucedido y por qué. Dos años más tarde, consiguieron la revancha contra el Valencia, equipo al que el bufón del balompié todavía le debe una Copa de Europa.
Diego Celma
Imagen: manunitedcr7